Lunas de otoño que sueltan tonos húmedos y coquetos que bañan y desconciertan al viajero con su luz. Son lunas que muestran a las almas perdidas el camino conveniente y pasivo hacia el amor y la cordura de un mundo mejor.
Lunas de otoño que brindan cobijo y refugio a los desamparados, a los que anhelan aquello que se fue, a los que lloran por las noches recordando un pasado mejor. Lunas que revolotean y abrazan a todo ser viviente, a todo ser de luz.
Lunas de otoño olvidadas y retomadas por filósofos, poetas, hadas, demonios y todos aquellos que necesiten de su inspiración. Lunas que se muestran precoces y juguetonas ante la mirada ingenua de aquel que grita por su salvación.
Lunas de otoño vivas y únicas, mágicas y tétricas, fugaces y con algo de temor…
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Fotografía y texto: Francisco X. Nieto.
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